EN EL MUNDO OTRA VEZ

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Después de tanto tiempo enferma, con la salud echa polvo, malograda hasta sentir en demasiadas ocasiones que me iba al otro barrio; metida en la cama varios años porque las fuerzas no me daban para más, es todo un aliciente volver a salir casi a diario por las proximidades de casa y ver otra cosa que no sean sus paredes y las vistas desde la ventana del salón o la cocina. Aunque todavía no puedo ir muy lejos, me da mucha vida retomar poco a poco la actividad cotidiana normal y, pasito a pasito, lograr ampliar el tiempo que puedo pasar en la calle, en el parque, o el mero hecho de conseguir salir a hacer recados como comprar el pan o acercarme al bazar a por algo que necesite. Además ver a otras personas que no sean mi madre, mi hermano y algún dichoso médico, también ayuda.
Como dato curioso añadiré que lleva unos meses pasándome algo que encuentro muy gracioso: volver a gustarle a los chicos.
Aunque aún necesito recuperar kilos, he conseguido ganar unos tres y eso repercute positivamente en mi aspecto. Por fin he pasado de vivir en pijama a poder vestirme como una persona normal, salir a la calle y hacerlo con más fuerzas y menos ojeras, lo cual, por las reacciones que vengo observando entre el sector masculino, me hace recuperar el atractivo de antaño (que la gente decía que tenía).
Ésta es solo una anécdota pequeña y curiosa de la recuperación, pero la verdad es que después de haber vivido una temporada demasiado larga entre la Mierda y el Infierno, se agradece enormemente.