VENTANAS ABIERTAS


 

 67 ventanas se abrieron de par en par, de cabo a rabo, a lo alto y a lo ancho, de punta a punta, de sol a sol. De ellas fluyó una energía que llevaba mucho tiempo bramando, suplicando que la dejaran salir de ese infierno en donde ya no quedaba más espacio para ella, e irrumpió como un animal salvaje en medio de la selva; densa y reconcentrada al principio, limpia y ligera después. No había mucha gente que la mirara y solo una persona podía sentirla, captarla: era su dueña, su guía, el ser al que le pertenecía la presencia multicolor que formaba esa energía. Todo se estabilizó y ya nadie lloró por nada. La dama vagabunda por fin había sido orientada.