Hubo un sol al que se le apagó el brillo, al que a su incandescencia le llegó el final, a quien le abordaron los deseos de morir, de dejar de existir… Podemos llamar a ese sol Fuerza Mágica, Llama Vital, Energía Divina. Nada podría hacer comprender desde afuera por qué ese brillo se fue apagando hasta perecer. Nadie podría entender cómo aquel coloso perdió las ganas de brillar, de estar, de vivir… -¿Seguir para qué?- se preguntaba sin esperanza.
Hay quienes, cuando no encuentran un buen motivo por el que vivir, sucumben al vacío.
Al Sol que ya no puedo Brillar le salieron arrugas de tristeza, lágrimas desde las entrañas, sombras en la tez, desánimo en el alma.
Vivió sin vivir y murió sin morir hasta que ya no pudo más. Entonces al fin su existencia se apagó para siempre alcanzando justo antes un gran alivio y una pizca de felicidad.