El Chico de Azul no tiene secretos,
se exhibe sin complejos, goza de alegría
y vive su día a día
sin pensamientos asesinos.
Él es hermoso
como si dentro de sí
llevara la belleza
del universo dormido.
El Chico de Azul sonríe,
eleva sus pasos hasta lo exquisito,
se anima con muy poco
y sobresale en simpatía y encanto.
Además es educado y delicado
como el enfado de las flores
o el malva al atardecer.
Él tiene ojos de búho
y chispa en la mirada,
y cuando se enfada
una voz poderosa como un rayo
aparece sorprendiendo un instante.
El Chico de Azul no tiene miedo
pero cuando me acerco a él
huye despavorido
como un delincuente
perseguido en la noche.
El Chico de Azul es una incógnita en mi mente.
