Un millón de palabras recorren la mente; ninguna es la más precisa cuando la necesitas. Una lluvia de ideas que no llegan a la definición pero que vagan por tus profundidades haciéndote sentir de maneras extrañas, tan raras que a veces asustan. Hay segundos en los que creo que voy a volverme loca e instantes en los que siento una claridad absoluta sin precedentes.
Agora é o momento, siento últimamente con fuerza. AHORA ES EL MOMENTO se repite la sensación afirmativa en mi cabeza. Es una certeza que, cuando me dejo llevar por ella, me da fuerzas sin pedírselo.
De vez en cuando me asusto si observo mi edad y veo que hace tiempo que llegó el momento de hacerlo todo y que apenas he hecho nada.
¿Qué importa si mueres sin tus deseos colmados? Al fin y al cabo, a muchos otros también les ha pasado y no ha sido eso lo que les ha matado.
Hay un alivio en los resquicios de mi mente si dejo de preocuparme por el futuro o el pasado. Porque quizás, la cosa más impráctica que puedes hacerte, es quedarte enganchado en un instante en el tiempo.
Cuando el dolor y la desesperanza asoman, dibujo lágrimas que arañan y que dejen constancia de mi sufrimiento; no para recrearme en él, sino para que las personas que me miran y no entienden, entiendan de una vez lo que me pasa.