Quizás sea por un pseudo complejo de mirona, puede que sea porque es difícil encontrar a gente a la que le guste hablar en profundidad, quizás se deba a que hay pocas maneras públicas de manifestar lo que necesitamos que de verdad se sepa de nosotros; no sé qué es lo que realmente nos lleva a algunas personas a escribir un blog personal, pero a mí me encantan.
De vez en cuando, me gusta darme el placer de abrir de mi propio espacio, situarme en la parte superior de la pantalla en la que se encuentra la opción –siguiente blog- y ponerme a pasear por los mundos blogueros que voy encontrando en el camino. Suele verse que hay mucha gente que dejó de escribir el blog, que con tanto entusiasmo abrió en su día, porque se pasó a la inmediatez de las redes sociales, pero también se encuentran a muchas personas que siguen actualizando sus espacios con palabras que pueden llegar a ser muy penetrantes. En serio, hay personas que escriben super bien y que hablan de cosas de su mundo de lo más interesantes.
De vez en cuando, me gusta darme el placer de abrir de mi propio espacio, situarme en la parte superior de la pantalla en la que se encuentra la opción –siguiente blog- y ponerme a pasear por los mundos blogueros que voy encontrando en el camino. Suele verse que hay mucha gente que dejó de escribir el blog, que con tanto entusiasmo abrió en su día, porque se pasó a la inmediatez de las redes sociales, pero también se encuentran a muchas personas que siguen actualizando sus espacios con palabras que pueden llegar a ser muy penetrantes. En serio, hay personas que escriben super bien y que hablan de cosas de su mundo de lo más interesantes.
Aunque si hay algo que en verdad me deja alucinada de los blogs personales es lo de darme cuenta de la cantidad de neuras que soltamos todos y LO PARECIDAS QUE SON. Insatisfacción con la propia vida, desorientación, nostalgia, tristeza, vacío, dudas, algo de poesía, sueños en la cuneta, esperanzas de cambio y alguna buena y novedosa noticia rompiendo la monotonía…
Por exagerado que suene, más de una vez he pensado que, en el fondo, todos somos la misma persona y que, si hablas de lo profundo con los demás, te acabas dando cuenta de ello.
Si alguien cree que lo que le sucede es más doloroso, verdadero, feliz, importante, triste, increíble, injusto, intenso o alucinante que lo que le ocurre al resto de la gente, se equivoca por completo. Es cierto eso de que nunca brilla nada nuevo bajo el sol, y yo añadiría que tampoco se siente nada nuevo bajo él; millones de personas nos han precedido antes con las mismas historias, y millones más seguirán con ellas cuando nosotros ya no estemos por aquí. A veces, cuando miro muy de cerca este asunto, noto vértigo, miedo incluso, y se me acelera la existencia.