LA CHICA DEL ATARDECER

La chica del atardecer no tiene miedo a la belleza,
la observa, la contempla, la disfruta sin prisas respirándola…
Nadie como ella puede alcanzar tal grado de gozo mirando una puesta de sol.


Esta chica se queda hipnotizada, extasiada… se siente poética, elevada y conectada
mientras permite que la escena le colme las entrañas y le cale hasta los huesos.


La chica del atardecer soy yo en estado Zero,
puro, etéreo y sólido al mismo tiempo, llena de fuerza y divinidad,
reconciliada con el mundo, con la vida, con el universo, con la existencia…
con el ser.


Podría contemplar el atardecer por siempre, para siempre.